Lucía

Lucía

 

Bella margarita del campo,

hoy cumples un nuevo año

y abres tus pétalos al presente,

bella margarita del campo,

alegría de nuestra gente.

 

Bella gaviota del firmamento,

ayer jugabas con tus muñecas,

hoy te abres al mundo

en pos de tus sueños,

bella gaviota del firmamento.

 

Hija de mi espíritu,

hija de mi corazón,

te regalo estos versos

salidos de mi razón,

es mi regalo de cumpleaños,

es para ti mi canción.

 

Lucía, hija de la luz,

recuerdo tus niñerías,

tus risas, tus ocurrencias,

hoy levantas el alma

al mundo de las ciencias.

 

Bello girasol de los tiempos idos,

hoy te abres al sol

de un presente prometedor,

yo soy testigo de tus glorias,

bello girasol de los tiempos idos.

 

Lucía, hija mía, corazón mío,

no dejes de luchar,

no te canses de amar,

haz el bien, sé feliz,

hija mía, luz, margarita y girasol.

 

Bella gaviota del firmamento,

vuela alto, muy alto,

escala altas montañas

y que estos versos sencillos

te recuerden mi aprecio y cariño,

hija de mi espíritu,

hija de mi corazón.

A mi novia imaginaria

Querida novia imaginaria

tú sabes que te amo

aunque no te lo diga

tú sabes que mi corazón

late al compás de tus labios.

 

caricatura-de-novia

 

Querida novia imaginaria

te amo con la inocencia

que aún brilla en mi corazón

toma mi vida, bailemos

la eterna danza del amor.

FUGACIDAD

Fugacidad

Los seres humanos somos estrellas fugaces,
vamos de una lado a otro, sin rumbo fijo,
como perdidos entre sombras y luces,
buscando felicidades momentáneas
que nos destinan a la soledad.

METEORITOS

«Comamos y bebamos que mañana moriremos»,
aforismo romano, canción de fugacidad,
nos recuerda que somos nada y poco,
que oscurece nuestro anhelo de eternidad,
pobres nacemos, pobres vivimos, pobres moriremos:
¿para qué existimos si luego desaparecemos?

FELICIDAD

¿Qué es la felicidad entre tanta guerra?
¿Qué es la felicidad entre tantos odios?
Felicidad es vivir como un rico siendo pobre,
felicidad es cantar la esperanza frente a la duda,
felicidad es gozar con la luz del sol,
felicidad es reír con el brillo de la luna,
felicidad es vivir aunque hoy te vayas a morir.

SOL

Somos marionetas en manos mezquinas
que nos quieren controlar sin razón,
somos cometas que desean libertad,
somos barcos con deseos de zarpar,
somos estrellas sin rumbo fijo,
somos hombres que luchan sin descanso
por conseguir la esperada felicidad.

¿Dónde está la poesía?
¿Dónde está la inspiración?
¿Dónde está mi musa eterna?
¿Dónde está mi corazón?

Pobre de mí, no tengo palabras,
quiero hacer poesía
y la musa me es esquiva,
la inspiración se me secó,
la miel de los poetas
no tiene dulzura, no tiene sabor.
Así somos los mortales
cuando errantes vamos
sin rumbo cierto, sin norte,
sin luz, sin nada, sin amor,
por este mundo mezquino,
hambriento de sangre, lleno de rencor.

escritor_sin_inspiracion

¿Dónde está la poesía?
¿Dónde está la inspiración?
¿Dónde está mi musa eterna?
¿Dónde está mi corazón?

Los avatares de la vida sin sentido
ofuscan la senda verdadera
del que busca su camino.
¡Ay mísera vida sin razón!
¡Ay mísera vida sin inspiración!
No seas tirana, no seas verduga,
dame luces, dame ilusiones,
dame amor, dame alegrías,
quiero ser feliz como el ruiseñor
que alegra las mañanas tristes
de la solitaria alondra
que llora por un ayer que ya pasó.

Consejos para los maestros:

  • Si aceptaste la vocación a ser profesor, ármate de valor, porque enfrantarás duras batallas.
  • No eres un maestro perfecto, solo Cristo, por tanto, no dejes de prepararte.
  • No eres dueño de la verdad, construye el conocimiento con tus estudiantes.
  • Procura corregir tus defectos, para que sean tus actos los que corrijan a tus estudiantes y no tus palabras.
  • No bajes la guardia con tus estudiantes, ellos pueden convertirse en tus cazadores y tú, su presa.
  • El estudiante es tu hijo, trátalo como tal, pero no lo consientas al extremo.
  • Acepta las correcciones de tus estudiantes, así podrás ser reconocido como maestro.
  • Tus superiores te llevan más tiempo recorrido, déjate guiar por ellos.
  • Piensa y sé paciente antes de llamar la atención a tus estudiantes.
  • Déjate iluminar por la prudencia antes de pronunciar palabras de las que puedas arrepentirte después.
  • Conoce a tus estudiantes, así sabrás cuándo están bien y cuándo no.
  • No dejes de prepararte, el conocimiento evoluciona y nosotros con él.
  •  No te reserves nada para ti, dalo todo a tus estudiantes.
  • Sé novedoso: la novedad engendra el entuasiasmo y la rutina, el cansancio.
  • Si se cansa tu cuerpo, tómate un descanso. Procura que tu alma no se canse.
  • No sumes problemas a tu trabajo, conviértete en la solución de ellos.
  • Desde que fuiste elegido para ser profesor y lo aceptaste, tu vida es una batalla sin fin por el bien de la sociedad.
  • Los estudiantes son antorchas que iluminan tu sendero donde suelen aparecer de continuo múltiples sombras. Déjate guiar por tus antorchas y no las apagues.

Estamos de paso.

Estamos de paso, siento que la vida se me va,
los días corren como niños,
las estaciones pasan sin cesar,
los vientos sacuden nuestros rostros.
Nosotros, mudos y absortos,
contemplamos esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va,
juventudes insulsas corren como perros
en busca de placeres y vanidad,
el sol quema nuestros cuerpos,
el agua perfora la roca y nosotros,
contemplamos esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va,
el tiempo no me da tregua,
el tiempo no me tiene piedad,
los días de mayo pronto acabarán,
las rosas de diamante se secarán…
y contemplamos esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va,
ayer fui niño, hoy soy adulto,
mañana seré viejo, cargado de soledad,
mirando la fugacidad de la vida,
añorando mis años de mocedad
y hoy contemplo esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va,
recuerdo mis años de inocencia,
y quisiera detener el tiempo,
para gozar de eternidad,
pero mi deseo es en vano y me toca
contemplar en el silencio esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va,
los hombres se matan, los hombres se odian,
desprecian la hermosura de la vida,
desfilan con los estandartes de la muerte,
no entienden, no razonan, no aman,
sólo nos basta contemplar esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va,
¡Oh frescas mañanas! ¡Oh flores de cristal!
¡Oh niñez eterna! ¡Oh juventud sin fin!
Nos deleitamos en placeres sin razón,
gustamos mucho, envejecemos pronto,
para contemplar esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va,
andamos cual buitres en este valle de sombras,
en busca de carroña, teniendo pan de sobra…
¡Oh estupidez humana que nos truncas el camino!
Despreciamos la ambrosía de la vida verdadera
para contemplar esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va…
La juventud es una niña que va a navegar
en el mar de la vida, con alguna tempestad.
Dulce niña que quieres navegar,
afronta tu destino, no dudes en avanzar,
gozando pronto de esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va…
¡Vengan hermanos! ¡Busquen la Verdad!
Somos gaviotas de paso por este mundo finito,
aprovechen el tiempo, busquen la Verdad,
el mundo se acaba, el sol llega a su ocaso,
sólo nos basta contemplar esta vida que se va.

Estamos de paso, siento que la vida se me va…
La vida es hermosa, la vida es pasajera,
busca la alegría, corre tras la paz,
construye mundos de justicia,
no vivas como un mísero soldado
destinado a contemplar esta vida que se va.

Mi pupitre.

Hoy, el mejor de los días de mi vida,
un leve y frío viento de verano
se deja sentir por mi cuerpo
y yo, sentado frente a mi pupitre,
quisiera recorrer el mundo,
salir de esta rutina monótona y absurda,
sentir que estoy vivo, sentir que soy libre,
Quisiera unirme a la libertad del universo.
donde todo es nada y nada es todo,
donde el vacío se confunde con lo infinito,
donde no hay límites ni horizonte,
donde somos hojas de un ayer que no es.

Oh, amado pupitre, amigo inseparable,
tú eres testigo de mis penas y alegrías,
tú eres mi descanso de esta cansada vida,
tú eres mi guardián de los peligros vecinos,
tú eres mi oasis en esta sed de ser yo mismo,
tú eres mi asilo donde descansa mi vejez prematura.
Oh, amado pupitre, amigo inseparable,
hoy recuerdo mis años infantiles de llantos y travesuras,
donde la maestra se cansaba de mis berrinches y ocurrencias,
donde el conocimiento cobraba vida en mi imaginación,
pero hoy es otro mundo, hoy es otra realidad,
el ayer pasó, el presente es hoy, el futuro, no lo sé.

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Oh, amado pupitre, amigo inseparable,
gorrioncillo tierno con deseos de volar,
llévame al infinito donde nadie nunca ha ido,
llévame donde la juventud es eterna,
llévame donde mis palabras tengan eco,
llévame donde mi ser convierta en polvo estelar.
Oh, amado pupitre, amigo inseparable,
gorrioncillo tierno con deseos de volar,
por qué llorar cuando la vida es bella,
cuando la juventud florece como azucena,
por qué llorar cuando tengo a mi pupitre
que no me deja solo, que me deja descansar.

Oh, amado pupitre, amigo inseparable,
sigo sintiendo este hermoso frío de verano,
él, se ha convertido en mi fuente inspiradora,
por él, tú, mi pupitre, has cobrado vida eterna.
¡Cuán grande es la humanidad de las cosas!
¡Cuán pequeña es la cosidad de los humanos!
¿Por qué las cosas son más que los humanos?
¿Por qué los humanos son menos que las cosas?
¡Ay, humanos que no saben vivir la vida!
¡Ay, humanos que vagan por el mundo sin sentido!
Me despido de este triste y pobre mundo,
Me voy con mi pupitre donde reina la verdad.

Romance de la malvada ingrata.

Aquella tarde de verano el viento sopló sin cesar,
me anunciaba un crudo destino
que me venía a incomodar
la paz con que vivía
con mi dulce y amada esposa
que el Cielo me regaló
y que jamás podré encontrar.

Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos,
aquella que juró amarme
ante Dios y ante su altar,
aquella tarde de verano,
se fue de mi casa, se fue de mi hogar,
ni su sombra ni su perfume,
ni su mirada ni su voz,
dejaron rostro alguno
y quedé solo y triste como ninguno.

Aquella ingrata, aquella infiel,
no respeto su santo juramento
que el día de nuestra boda pronunció.
¿Por qué se habrá ido? ¿Por qué me dejo?
Subí a su cuarto, cuna de la traición,
revisé sus cosas, revisé cada rincón,
busqué, busqué y una carta encontré
donde me decía: – No te amo más,
ya tengo otro amor, me voy de tu lado,
me voy de tu vida y no regresaré jamás.

¡Oh triste alondra! ¡Oh feliz ruiseñor!
Vengan en mi ayuda, denme su amor,
que sin la presencia de esta malvada ingrata,
vivir tranquilo, vivir alegre, vivir no puedo yo.

Salí de mi casa, salí con el alma envenenada,
pues esta traición no la puedo tolerar,
porque le di todo mi amor, todo mi ser,
porque me gané su corazón, porque lo pude merecer.
Caminé, caminé y al prado solitario llegué
donde encontré a la malvada ingrata
besando a su amante como una insensata
y estos pobres infelices no supieron qué hacer.

Saqué mi espada y a este mancebo a un duelo reté,
porque si esta ingrata no puede ser mía,
de ningún hombre mortal lo puede ser.
El desvergonzado mancebo mi duelo aceptó,
sacó su sucia espada y esto pronunció:
– ¿Qué reclamas tú que a tu esposa dejaste
por extender tu gloria sin jamás pensar
que la mujer que por esposa elegiste
solo tenía que esperarte y a tu casa cuidar?
¡Oh desdichado! ¡Oh infeliz! ¡Oh acabado!

¡Oh triste alondra! ¡Oh feliz ruiseñor!
Vengan en mi ayuda, denme su amor,
que sin la presencia de esta malvada ingrata,
vivir tranquilo, vivir alegre, vivir no puedo yo.

Empezamos el duelo a muerte,
nosotros, varones del siglo,
que por una malvada ingrata
la vida de ambos corría
y, aunque el objeto de nuestra riña
no se merece ni mi amor ni mi perdón,
tenía que limpiar mi prestigio y mi honor,
pues noble caballero e hidalgo soy yo
y esta contienda se la ofrezco a mi Señor.

A las imprudentes palabras del mancebo
el siguiente discurso mi mente creó:
– Calla, calla, calla infeliz caballero,
que si dejé a mi esposa en mi hogar,
no solo fue por mi gloria prolongar.
Soy servidor del rey de estas tierras
y a su palabra obedecer debo siempre yo,
porque es misión primera la de todo caballero
dar fiel cumplimiento a los mandatos de su Señor.

Se acabaron los discursos cortesanos,
las espadas en el aire sus voces se escucharon,
mi enemigo y yo, cuerpo a cuerpo reñíamos
y a la malvada ingrata llorar la vi sin cesar.
¿Acaso una traicionera sentimientos puede tener?
No, señor. Es su consciencia quien le roba la calma,
pues mujeres como esta es dudoso que tengan alma.
¡Cuánto la amé! ¡Cuánto la idealicé!
Ahora mi espada solo defiende mi honor,
porque a esta malvada ingrata ya no le debo amor.

¡Oh triste alondra! ¡Oh feliz ruiseñor!
Vengan en mi ayuda, denme su amor,
que sin la presencia de esta malvada ingrata,
vivir tranquilo, vivir alegre, vivir no puedo yo.

El astro rey se ocultaba en el horizonte infinito
y la luna, reina de mis penas, salía a contemplar
una riña que muy pronto tenía que terminar.
Empuñé mi espada con más fuerza y presión,
pues mi corazón hervía de rabia y dolor.
Amé a mi esposa con amor de eternidad
y no era justo que me pagara con maldad.
Ella era mi reina, ella era mi palacio.
Ella era mi vida, era mi topacio.
El mancebo no podía más e iba a perder.
Estuve a punto de su pecho traspasar,
pero mayor era mi hidalguía y mi perdón.
No lo mataría, por eso, con esto lo sentencié:
– Escuchadme, míseros amantes desterrados,
por mi honor debería matarlos a los dos,
mas no derramaré sangre infeliz,
por ello los condeno a vivir errantes
por este mundo de alacranes y escorpiones
donde jamás serán felices sus tercos corazones.

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